Para sanar mi duelo, debo aprender a perdonar
Iniciaremos mencionando un ejemplo simbólico, en donde se compara al resentimiento que nos impide perdonar, con una piedra que cargamos en la mano todo el día y toda la noche y que nos reusamos a soltar. Piensa que andas cargando esa piedra y al querer hacer algo esa piedra te lo impide. Además de ser muy cansado, por quitarte energía, esa piedra se vuelve una limitante en la vida, sin embargo, la decides cargar. Así pasa con el resentimiento: que se queda, se repite y nos hace sufrir interminablemente y que decidimos cargar por años.
El acto de perdonar no es una obligación. Si se vive así, no se hará voluntariamente y quedará el famoso perdono, pero no olvido. Esto debido a que el acto no fue en libertad, no fue elegido, sino forzado. Perdonar implica una decisión consciente de soltar la piedra, de soltar aquello que me hizo y que me sigue haciendo daño en el presente.
El primer paso es reconocer el daño, ponerles nombre a las heridas e incluso reconocer a quien de manera voluntaria o involuntaria las causó. Si los causantes fuimos nosotros también es importante darle nombre a ese daño. La honestidad es el primer paso para la libertad. Se requiere tiempo para poder soltar esa piedra y entonces seguir con nuestro camino.
Por otro lado, esto no significa negar el daño que me hicieron o que hice, ese es real y deja una marca, una herida, por ello se sugiere reconocer el impacto de ese daño o daños del pasado. Cuando dejamos que ese daño siga formando parte de nuestro presente continuamos con esa herida abierta y por lo tanto le permitimos condicionar nuestra vida y nuestras relaciones. Lo ideal es curar esa herida para que sane. Todas las personas hemos sido lastimadas de una u otra forma y también hemos lastimado a otras; es parte de nuestra humanidad. Y esto nos permite ver a las personas como seres imperfectos, limitados como nosotros.
Si estás enojado/a con algún ser querido que ha fallecido porque te lastimó, es sano reconocer tu derecho a estar enojado, a reconocer serenamente el dolor que esto te ha provocado, y también a reconocer al ser humano frágil e imperfecto que te la provocó y a darte cuenta que todos somos imperfectos y frágiles, nos equivocamos y cometemos muchos errores. Esa persona hizo lo que pudo con lo que tenía o no hizo porque no sabía cómo. Mejor aún, es reconocer tu deseo de libertad, de soltar la piedra, transformar tu herida en cicatriz y a vivir plenamente la vida.
Se necesita comenzar a pensar qué resentimientos están dañando tu salud y darte la oportunidad de considerar la posibilidad de soltar, y considerar cómo mejoraría tu vida, si te atreves a dar este salto de libertad.
Para esto, puedes anotar aquello que quieras dejar de cargar para vivir con mayor tranquilidad, para tener salud mental y emocional, para seguir adelante con tu vida. Lo puedes escribir, lo puedes quemar, lo que ayudé a soltar y estar en paz, etc.
Por otro lado, si sientes la necesidad de ser perdonado por alguien que ha fallecido, debemos darnos cuenta que en este caso la piedra que cargas se llama culpa y este sentimiento es muy destructivo, nos detiene en la vida. Es muy importante reconocer el daño que le hicimos o creímos haberle hecho a ese ser querido que ya partió, y transformar esa culpa en responsabilidad, lo que significa, hacernos cargo de nuestras propias acciones, me hago cargo de mis palabras, de mis decisiones, de mis omisiones y a medida de lo posible trato de reparar el daño. Si no es posible, porque el ser querido ya no está físicamente, es importante hacerlo con las personas que tienes con vida a tu alrededor, en memoria de ese ser querido y como una forma de cerrar ese ciclo.
Otro ejercicio de ayuda, es pensar qué nos diría esa persona que ya no está, si escuchara eso que sentimos o si supiera la culpa que cargamos, en su mayoría nuestros seres queridos nos responderían con un abrazo, con una disculpa y con una nueva oportunidad.
Finalicemos pensando en que hoy queremos honrar su legado, con fuerza y amor, sanando y manteniendo por delante todo lo positivo.
